domingo, 15 de marzo de 2015

HERMANDAD DE LA VERACRUZ

     COMO PEQUEÑA RESEÑA DE ESTA HERMANDAD DE PENITENCIA,PUBLICAMOS UN TRABAJO REALIZADO POR MERCEDES FRESCO ACOSTA,LICENCIADA EN HISTORIA,Y NATIVA DE BRENES.

      Nuestra Hermandad es la más antigua de esta villa de Brenes, siendo fruto de la fusión de las dos primitivas cofradías penitenciales de la localidad, La Cofradía de la Santísima Veracruz y Caridad de Nuestro Señor Jesucristo y  la Cofradía de la Soledad, tomando su antigüedad de la primera, la cual tuvo su inicio como asociación Piadosa en torno a 1470, tras la construcción del Templo Parroquial de Santa María de la Inmaculada Concepción, donde fue erigida canónicamente en 1.490, con la aprobación de sus primeras Reglas por el Ilmo. Sr. Cardenal D. Diego Hurtado de Mendoza, Arzobispo de Sevilla y Señor de Brenes, bajo el título de Cofradía de la Santísima Vera Cruz y Charidad de Nuestro Señor Jesucristo, siendo los fines primordiales de la Hermandad rendir culto a la Santa Cruz y realizar obras asistenciales, siendo orientados espiritualmente por la Congregación Franciscana del Convento de San Francisco del Monte que se funda en el año 1,401 en las últimas estribaciones de Sierra Morena, a un cuarto de legua de Villaverde del Río, y que desde un principio ayudan a nuestra hermandad, sobre todo a la hora de confesar, de predicar o de acompañar en los entierros, los cuales recibían a su vez donativos de los hermanos y del Pueblo de Brenes para el sostenimiento de su comunidad. En el año 1,500 se sustituye la Cruz que era de madera labrada y dorada por la primitiva imagen del Señor de la Vera-Cruz para darle culto en el Templo.
 

  
Imagen de 1958.

     Este espíritu de Caridad, desde sus orígenes, ha estado presente en la Hermandad como lo recoge su título, basando sus funciones asistenciales en el enterramiento de sus hermanos y pobres de solemnidad, mandando el Capítulo XIX de la Regla “ que estando algunos de nuestros hermanos o algún pobre de nuestra casa hospital enfermo de último cuidado, el Mayordomo y Prioste sean obligados de buscar un confesor que le asista, sin faltar de su cabecera. Los hermanos están obligados de asistir al entierro del hermano y encender velas. Manda igualmente, que después del entierro se le diga una misa en el altar del Cristo”, estando estos hechos recogidos desde fechas muy tempranas en el Archivo Parroquial de la Inmaculada Concepción, en los libros registro de Defunciones  especificando los maravedies y reales pagados por decir misa a los hermanos difuntos; en concreto entre los años 1602- 1609, “misa cantada y rezada por los hermanos difuntos de la Veracruz”, realizando también una misa cada mes del año, misas por los hermanos difuntos durante el mes de Mayo, y el Domingo siguiente de la festividad de la Santa Cruz se hacía un aniversario de vigilia con misa cantada y procesión de responso por alrededor de la iglesia, siendo su fiesta principal la Festividad de la Santa Cruz, el día 3 de Mayo, celebrándose misa cantada, Sermón y Procesión de la Santa Cruz.



              
    Al mismo tiempo que esta labor por los hermanos difuntos, a principios del siglo XVI se construye en nuestro pueblo un hospital, que fue agregado a la Hermandad por el Arzobispo de Sevilla y Señor de Brenes, Fray Diego de Deza, tomando como advocación el de Hospital de la Caridad, estando situado junto a la iglesia, en el actual número 1 de la calle Cuadra y González, siendo su misión la de dar cobijo a los pobres y mendigos que recorrían los caminos, además de atender a los necesitados que acudían a su puerta y así se describe: “Hospital de una habitación para recogimiento de los transeúntes pobres y peregrinos de uno y otro sexo, por lo que no puede haber la separación que es tan necesaria, dispone la Hermandad, que administra sus rentas, que se haga la oportuna separación de cuartos para hombres y mujeres, y que la hospitalera, recoja como ha prometido en una pieza de habitación a las mujeres que fuesen a dicho hospital”.
 




  
      La Hermandad no participó en un principio en la reforma de las hermandades de la Vera Cruz iniciada en 1.536, donde se incluye en la noche del Jueves al Viernes Santo la procesión penitencial, gracias al beneplácito del Papa Paulo III expresado en su famoso “Vivaces Vocis Oráculo”, por el que concede diversas indulgencias a todos los cofrades que participen en esta procesión de Semana Santa. Los documentos fechados entre 1602 y 1609 existentes en al archivo parroquial nos indican que la hermandad estaba firmemente establecida como tal y no como cofradía penitencial, dedicándose a importantes labores sociales, destacando la atención a los pobres, particularmente en su enfermedad, muerte y enterramiento de todos los que morían en el hospital.
 
             
 
    El 28 de Mayo de 1543 obtiene carta de Hermandad con la Orden Franciscana por Cédula dada en Logroño por Fray Juan Calvo, Superior General de la Orden, que hace extensiva a todos los cofrades de las hermandades de la Vera Cruz para que participen de todos los bienes espirituales y méritos que se consiguieran por las buenas obras que hiciese toda la Orden Seráfica.
 
      
 
       El 3 de Mayo de 1.649, los franciscanos trajeron a Brenes desde su convento a la Virgen de Aguas Santas, a petición del Clero y el Consejo de la Villa, con motivo de la celebración de Función Solemne de la Santa Cruz, en rogativa por el peligro de epidemia de peste que había en el pueblo, procedente de Sevilla, debido a su rápida expansión entre las gentes más pobres de la comarca. Son muchas las referencias a nuestra hermandad y sus Fiestas en los archivos franciscanos, como ésta de Fray Juan Álvarez de Sepúlveda.
 



     
        En el año 1.715 era Mayordomo D. José Asencio, y en los archivos de la hermandad también se destaca la festividad de la Santa Cruz, en cuyo día no faltaba el empleo de fuegos artificiales.
 
 
 
            En el año 1.755 la imagen del Cristo de Vera Cruz tuvo que trasladarse a la Ermita de San Sebastián, que sirvió de Parroquia mientras se hizo la gran obra de renovación de la iglesia de esta villa a cargo del Excmo. Cardenal Solís, Arzobispo de Sevilla, a causa del terremoto de Lisboa, que provocó importantes destrozos en los primitivos pilares y en la torre. Tras la catástrofe nuestra imagen alcanzó una gran devoción al atribuirle el pueblo su salvación, presidiendo una misa de acción de gracias celebrada en la Plaza. Destacar también que en el día de la reinaguración , el 8 de Diciembre de 1758, la hermandad fue la encargada de trasladar el Santísimo Sacramento desde la Ermita a la Iglesia, en la procesión de regreso, así como la de costear la Función religiosa, que estuvo presidida por el primitivo estandarte de damasco verde de la cofradía. También se realizó el traslado del Santísimo Cristo, desde la Ermita de San Sebastián a la recién renovada Iglesia, colocándolo en su altar que estaba situado en la nave del Evangelio, estando formado por una cenefa de madera dorada, de la cual colgaba un velo de gasa blanco, teniendo en la mesa del altar un lienzo blanco con un frontal de Damasco verde, cuatro candelabros de madera de color verde con perfiles dorados y atril del mismo color, su cruz sacra y un evangelio para su uso en el altar y estaba alumbrado por una lámpara de aceite que colgada del techo, realizada por D. Julián, Maestro mayor Farolero de la Casa Arzobispal de Sevilla. También junto al altar encontrábamos un cepillo de madera para los donativos, así como una jarra con aceite para alimentar la lámpara. Y en el suelo había una estera de junco para que se pudieran arrodillar los devotos.
 
 
 
       En el año 1759, los cuarenta y dos hermanos con que contaba la hermandad, reunieron trescientos cuarenta y cuatro reales para costear las nuevas reglas, que de nuevo se instituyó por haberse perdido las primitivas, siendo aprobadas el 29 de Abril de 1760, por el Provisor del Arzobispado, Don José Aguilar y Cueto.
 



  
        Por entonces se realizaba la procesión penitencial el Jueves Santo, bien por la tarde o por la noche. Como preparación a la procesión, todos los hermanos menores de 60 años aunque no realizaban estación de penitencia con las sagradas imágenes, estaban obligados a participar en diversos actos litúrgicos y devocionales. En el libro de contaduría, en el año 1767 aparece registradas varias multas a hermanos por “no haber asistido de luxo de sangre a la función de Semana Santa, según capitulo de su Regla”; en total 136 reales de multa. Normalmente se pronunciaba un sermón que casi siempre corría a cargo de un fraile de San Francisco, y que solía ser el sermón de Mandato.
 
 
 
     Después del sermón se procedía al lavatorio de hermanos, entre los más antiguos, en conmemoración a la que el Señor realizó con los Apóstoles en la Sagrada Cena. Después solía tener lugar el canto de tinieblas y una plática de disciplina, especialmente dedicada a los hermanos de sangre, tras la cual daba comienzo el desfile procesional. Este lo presidía el Estandarte, que era de damasco verde con una cruz pintada, sus flecos correspondientes y cordón de seda con borla, acabada la punta con una cruz de plata. A continuación y en dos filas los hermanos de luz con hachas de cera o cirios, en menor número que los hermanos de sangre que procesionaban por el centro flagelándose, casi siempre con un manojo de rodezuelas, imitando los azotes recibidos por Jesucristo en su pasión.
 
 
 
 Al final iba la imagen del Cristo portada en parihuelas por los hermanos y detrás las mujeres, que no podían participar en la procesión. Al regreso a la Iglesia, los hermanos de sangre se curaban las heridas en unos lebrillos con vino que se ponía en la casa hospital.
 



              
      En 1790, el Real y Supremo Consejo de Castilla, aprueba las Ordenanzas con el Título de “Ilustre Hermandad y Cofradía de Nazarenos de la Santísima Veracruz y Caridad de Nuestro Señor Jesucristo”.
 
      
 
        Pasando a la actividad propia del Hospital, decir que a este siglo XVIII corresponden los documentos más completos y con más detalles de su funcionamiento. Así por ejemplo sabemos que en 1752 había recogidos doce pobres de solemnidad, cifra indicada en el catastro del Marqués de la Ensenada. También nos dicen que en 1777 se realizan obras por mandato del Sr. Don Antonio José Montalvo, Visitador del Arzobispado y que los pobres del hospital eran enterrados por medio de limosnas. También sabemos quienes eran los encargados del hospital, destacando que existía un aposento para la hospitalera, encargada de las atenciones y cuidados de los allí recogidos. También destacar la presencia de la autoridad eclesiástica local, como supervisora, contando con la intervención del Mayordomo y del Prioste. Este Hospital mantuvo su actividad hasta el año 1836, en que fue desamortizado por Mendizábal junto a su olivar, que servía para su sostenimiento, al ser considerados bienes eclesiásticos ya que fueron agregados a la Hermandad por el Arzobispo de Sevilla.
 
 
 
            Hoy la hermandad conserva el título de “Piadosa”, adquirido durante este siglo XVIII, bajo la forma de “Obra Pía” y que procede directamente de la labor asistencial ejercida. Igualmente conserva la trompeta que se tocaba por todo el pueblo, para anunciar a los vecinos la muerte de algún hermano. 



         
  
      La Cofradía de Nazarenos del Santo Entierro, Cristo Resucitado y Ntra. Señora de la Soledad tuvo sus orígenes a mediados del Siglo XVI, en estrecha relación con la popular devoción a María Santísima en su Soledad y con el origen del Sermón de Pasión, tras el Concilio de Trento (1.545-1.563) como catequesis visual frente a las doctrinas luteranas.
 
             
 
      La primera documentación completa que tenemos de esta cofradía está fechada en 1.602 y abarca los primeros años del Siglo XVII, donde se nos presenta una Hermandad fuerte, con gran número de hermanos y con cierto poder económico, destacando por tener en nómina a algunas mujeres, que aunque no podían ser consideradas como hermanas, la cofradía reconoce su labor principalmente como camareras de la Virgen.
 
 
 
      Las actividades habituales de la hermandad están recogidas expresamente y así sabemos que durante la Cuaresma tenía dos días grandes, por un lado el Viernes Santo, en el cual se celebraba el Sermón de Pasión y la procesión con el Santo Sepulcro y la Virgen de la Soledad. Y el otro gran día era el Domingo de Resurrección, de marcado carácter litúrgico, aunque la hermandad adquirió en este siglo XVII una imagen del Señor Resucitado, de la que no hay constancia que realizara procesión alguna en este día. También celebraban durante el mes de Julio sus misas de difunto y en Agosto la Festividad de la Asunción, símbolo inequívoco de la devoción a María.




  
      Entre 1.609 y 1.698 existe una gran laguna de la que sólo sabemos que la Hermandad de la Soledad, que estaba establecida en la capilla del Sagrario de la Parroquia, se traslada a la Ermita de San Sebastián tomando posesión de la misma como titular y encargándose de su cuidado, aunque en 1.698 la encontramos de nuevo en el Templo Parroquial debido al estado ruinoso de la Ermita. Así el señor Resucitado fue colocado a ras de suelo, en la nave de la Epístola; la imagen de la Soledad fue colocada en la Capilla del Sagrario, y en la nave del Evangelio, delante del antiguo segundo sagrario, se colocó el Santo Sepulcro con la imagen del Señor Yacente.
 
             
 

        La Hermandad permaneció en la iglesia hasta 1.715, fecha en la que regresó a la ermita, la cual tras ser restaurada contaba con una vivienda para el santero o ermitaño y la nave propia del culto, donde la hermandad estrenó tres magníficos altares, uno para la Virgen, otro para el Santo Entierro, el cual permanecía crucificado todo el año y al ser articulado era descendido el Viernes Santo únicamente y el último para el señor Resucitado. Estos grandes gastos corrieron en su mayor parte a cargo de la Soledad, que además podía costearlo al ser la hermandad con más poder económico del pueblo. 


          
       Una vez establecida en la Ermita, la vida de la hermandad discurría tranquila, excepto los años que por causa de la lluvia no realizaba su tradicional procesión y Sermón en la Iglesia Parroquial. De esta forma tan favorable continuó la hermandad durante el resto del siglo XVIII debido a que tenía bienes propios, que los hermanos habían ido dejando a la cofradía a lo largo de los siglos, para que ésta llevara a cabo los sufragios por sus almas, pero estos bienes urbanos y rústicos fueron también desamortizados a las hermandades. Esto supuso un gran trastorno para la Hermandad de la Soledad acostumbrada a vivir de rentas, llegando a la ruina económica más absoluta, que conllevó el traslado de las imágenes a la Iglesia Parroquial, pero desde la Hermandad de Vera Cruz, hermandad modesta y poco afectada por la desamortización se tendió una mano para restituir al menos la procesión y Sermón del Viernes Santo, así se formalizó una fusión de estas dos hermandades expresado por el Sr. Vicario de Cantillana, el 2 de Marzo de 1843.
 
 
 
            Tras la fusión la Hermandad de la Soledad, trasladó sus pocos enseres a la Parroquia, colocándose el Señor Yacente junto a la pila bautismal, sobre un dosel de color morado y la Virgen de la Soledad se colocó en la nave de la Epístola, donde hoy se ubica el altar de las Ánimas Benditas. El Santísimo Cristo de la Veracruz y Caridad seguía situado en la nave del Evangelio, pero en un retablo de madera pintado y dorado, de principios del Siglo XIX.
 



  
            Pese a la fusión, se mantienen los dos días de salida procesional semejantes al pasado, excepto el Jueves Santo, que añade a María en su Soledad. Y en los Santos Oficios, el Jueves Santo se mantiene el acto del Lavatorio de los pies y el Viernes Santo, se realiza el Sermón de Pasión, la ceremonia del descendimiento, y el traslado a la urna, donde participa el cortejo simbólico, que ha llegado hasta nuestros días de las Santas Mujeres: María Salomé, María Cleofás y María Magdalena.
 
 
 
            A partir de esta fusión la hermandad de Vera Cruz y Soledad goza de gran vitalidad y va tomando los rasgos que la definen actualmente. El desfile procesional se complementó con la representación de la Fe y la Verónica. Los nazarenos vestían túnicas como las actuales, teniendo un color para cada día. Así el Jueves los nazarenos vestían túnica y capa blanca, antifaz de raso verde y cíngulo y botonadura verde y el Viernes Santo lo hacía con túnica blanca, antifaz y capa negra, y cíngulo y botonadura negra.     En ambos días la organización de la cofradía era la misma, iba abriendo marcha la Cruz de Guía, seguida de dos filas de nazarenos, cada día con su túnica correspondiente, por el centro iba el Estandarte de color verde el Jueves y de seda negra con tapa grana el Viernes, después iba el Simpecado y cuatro varas y los correspondientes pasos. Iba también, la trompeta de metal, que servía para anunciar la muerte de algún hermano, y se tocaba durante la procesión.



 
  
            Así estuvo saliendo hasta el 2 de Mayo de 1936 en que fueron quemadas nuestras imágenes titulares , durante una revuelta popular previa al comienzo de la guerra civil, siendo de destacar el hecho de que nuestra Hermana, Dña. Rosario Mellado Román, aún con peligro de su vida, intentó sacar a la Virgen de la Soledad del fuego, consiguiendo retener solamente las manos, que se conserva como reliquia. La Hermandad quedó sin actividad, aunque cobrando alguna que otra cuota de hermano, hasta que el 5 de Abril de 1.942 varios hermanos de la Junta de Gobierno se reunieron en la Casa Rectoral con el entonces párroco, D. Antonio Montero Gordillo, decidiendo potenciar de nuevo su actividad propia. El 3 de Mayo de 1.942 celebra de nuevo la fiesta de la Santa Cruz organizando una romería que estaba presidida por el Estandarte de la Hermandad y que se mantiene hasta finales de los años 50. En la Semana Santa de 1.943 vuelve a realizar los dos días de estación penitencial con nuevas imágenes. No tenemos constancia documental de la nueva imagen del Cristo, pero el 18 de Marzo de 1955 se acuerda en Cabildo, que dada la excesiva talla de este Cristo, hacer un canje a los Salesianos de la Trinidad, por otro más proporcionado, teniéndole acordado abonar 3500 ptas. además de nuestra talla. Fue realizado por el escultor Don José María Geronés, siendo bendecido  el 12 de Mayo del mismo año. En 1968, alentada la Junta de Gobierno por su Director Espiritual, Don Andrés Gómez Coronilla, se procedió a la adquisición de la actual imagen del Santísimo Cristo de la Vera Cruz y Caridad, realizada por el Escultor D. Rafael Barbero Medina,  siendo bendecida el 15 de Marzo de 1970, a las ocho de la tarde.
 
 
 
     Nuestra Amantísima Titular, la Santísima Virgen de los Dolores en su Soledad aparece en nuestro pueblo a fines del S.XVI bajo la advocación de Virgen de la Soledad, con características de la escultura tardomedieval. No tenemos tampoco noticias de donde procedía, ni el autor de su talla. Sufrió las mismas consecuencias que el Cristo en la Plaza, contando solamente con algunos documentos fotográficos.
 
 
 
    La actual imagen, fue donada en 1942 a la hermandad por Don Alberto Ramírez Fito, que era su propietario, para sustituir a la desaparecida.
 
 
 
    El 20 de Abril de 1943 se adquiere una nueva imagen del Señor Crucificado Yacente, por el precio de 1600 ptas., no constando su autoría.
 
 
 
    En 1957 se deja de realizar el acto del Lavatorio, el Sermón de Pasión, la ceremonia del Calvario y el Descendimiento y la procesión del Santo Entierro, y se traslada al Viernes Santo la procesión del Santísimo Cristo de la Veracruz y María Santísima de los Dolores en su Soledad, quedando tal y como se realiza en la actualidad.
 
 
 


            En 1969 fue realizada la compra de una casa almacén, en la calle Real número 208,  para guardar los pasos y los enseres de la Hermandad, y posteriormente, en 1976 se edifica en dicho lugar nuestra antigua Casa Hermandad, que fue bendecida el día 16 de Enero de 1977. 
             
 
         En 1974 el Estandarte de la Hermandad deja de presidir los entierros de los hermanos, al aplicarse las renovaciones litúrgicas del Concilio Vaticano II.
 
     
 
       En la Semana Santa de 1981 esta cofradía procesionó por primera vez con una cuadrilla de Hermanos Costaleros en ambos pasos, a cargo de los capataces Don Manuel González Valenzuela y sus hijos Don Emilio y Don Manuel González de la Torre.
 
 
 
            En el año 1.990, con motivo de la celebración del V Centenario de la Fundación de la Hermandad, su Majestad el Rey D. Juan Carlos I, acepta el nombramiento de Hermano Mayor Honorario y Perpetuo de nuestra Hermandad y su Majestad la Reina, Dña. Sofía el de Camarera Mayor Honoraria y Perpetua. Igualmente, su Santidad el Papa, Juan Pablo II, otorga la Bendición Apostólica a todos los hermanos. El Arzobispo de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo, preside la misa de Clausura de los actos conmemorativos, y en la procesión extraordinaria que se realiza con nuestras imágenes portadas en el paso de Cristo, la hermandad recibe de manos del Sr. Alcalde, D. José Rincón Rodríguez, la Medalla de Oro del Pueblo de Brenes, concedida por el Excmo. Ayuntamiento en pleno.
 




          Con la conmemoración del V Centenario, surge en el Grupo Joven de la hermandad un afán por conocer las tradiciones pérdidas y deciden en 1,991 recuperar la Fiesta de la Santa Cruz. Desde entonces esta festividad se ha ido consolidando hasta volver a recuperar el protagonismo que siempre tuvo en nuestro pueblo, y gracias al esfuerzo de la Hermana Manuela Ramos, al Grupo de Priostía y al entusiasmo del Grupo Joven junto con la colaboración de varios hermanos que confeccionaron los trajes, se recupera también la tradición de salir en la Estación de Penitencia la representación de la FE, la Verónica y las Tres Marías.
 
      
 
          El 13 de Octubre de 1.992 nuestras imágenes tuvieron que trasladarse a la Ermita de San Sebastián, debido a las obras de restauración de la Iglesia. Posteriormente el 19 de Julio de 1993 fueron trasladadas desde la Ermita de San Sebastián a nuestra Casa Hermandad, donde se les preparó altares para el culto y donde también estuvo la imagen de la Virgen de la Candelaria, destacando como hecho significativo que la salida procesional del Viernes Santo de 1.993 se realiza desde nuestra Casa Hermandad, aún sin terminar, volviendo a la recién renovada Iglesia del día 10 de Diciembre y se colocaron en sus respectivos altares que fueron restaurados por Don Mariano Rojo Rodríguez, que además de policromarlos y dorarlos, subió unos centímetros el camarín de la Virgen.
 



  
            El 25 de Febrero de 1.997 fue bendecida nuestra actual Casa-Hermandad por el Arzobispo de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo, presidiendo la misa de Acción de Gracias por la terminación de la obra.
 
 
 
            El día 20 de Junio de 1.999, el Abad del Monasterio de Santo Domingo de Silos, Fray Clemente Serna González, confirma uno de los sueños de la Hermandad concediendo una teca o reliquia del Santo Lignum, que es traída a Brenes el 19 de febrero del año 2000, celebrando en ese día una Función Solemne en los exteriores de la Iglesia y procesión con la Sagrada Reliquia por diversas calles del pueblo.
 
 
 
            El 15 de Septiembre de 1.999 se realiza imposición a nuestra Amantísima Titular la Santísima Virgen de los Dolores en su Soledad de “Placa y Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo”, donada por la Ilustrísima Sra. Dña. Rosario Mellado Román, Viuda del Ilustrísimo Señor D. Manuel Ramos Nieto, Capitán de Infantería.
 
 
 

            Hoy en día la Hermandad sigue con la antigua tradición de enterrar a sus hermanos fallecidos y realizar obras de Caridad fraterna, manteniendo viva la llama portada durante siglos por sus antiguos cofrades, que han sabido ganarse el respeto y el afecto de los habitantes de Brenes. 





AUTOR DEL MONTAJE M.S.S.
MARZO DE 2014


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